domingo, 2 de noviembre de 2008

Comala






“A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras."

Los muertos que hablan para si mismos en monólogos interminables, sobre sus vidas, añorando la vida, repitiendola una y otra vez por medio de la palabra, de la milagrosa palabra, esos muertos, esas animas, que van y vienen murmurando sus existencias a las paredes de un pueblo desierto, Comala, boca misma del infierno, esos muertos habitan Pedro Páramo, la bellísima novela de Juan Rulfo, considerada por unanimidad la mejor novela mexicana del siglo pasado, pero esto es, sinceramente, lo de menos.

Las páginas de Pedro Páramo están inundadas de una melancolía y una belleza inaudita. Se trata de la belleza de la vida, con sus paisajes, sus olores, sus sonidos, sus amores y sus tragedias, la belleza de una vida añorada por aquellos que la perdieron. Por esas animas que enfrentan ridículamente la eternidad contándose una y otra vez las historias de sus vidas.

"Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento. 'Ayúdame, Susana'. Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. 'Suelta más hilo'."El aire nos hacía reír, juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y allá arriba, él pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho, perdiéndose en el verdor de la tierra."Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío."

Añorar la vida, ver la vida completa, frente a ti y recorrerla, recorrerla y extrañarla, verte irremediablemente separado de ella, y sin embargo resignarte. Para los vivos, los muertos no se van del todo, siempre se queda algo de ellos. Y para los muertos la vida no se acaba, continua repitiéndose en forma de episodios innumerables.






Esto y millones de sensaciones indescriptibles.

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