Me duelen estas palabras que tomo como ciertas, escritas por un poeta lejano a mi: “nosotros los de entonces ya no somos los mismos”.
Me duele este espacio que se ensancha cada día entre el que fui y el que soy, entre el que nunca fui y el que nunca seré.
Me duelen mis ojos perezosos que solo ven lo que se les pone enfrente. Me duelen mis pies inquietos que caminan inciertos, incontentos.
Me duele este aire que respiro y que no encuentra lugar en ningún sitio, estas lágrimas que se secan en mis mejillas y que regresan a mi envenenándome, estos dedos que inventan cosas en noches tristes como esta.
Me duele verme al espejo y no reconocerme nunca, ver un reflejo diferente y el mismo lunar y la misma cicatriz y la misma nariz y pestañas, siempre distinto.
Me duelen esos lugares que visité a los cuales no regresaré, las caras que conocí y que jamás veré otra vez, las voces que me hablaron y que se apagaron, el cielo que nunca tiene los mismos colores. El mar en el que nacen olas que viven instantes (que se entregan de una forma hermosa antes de morir). Me duele este silencio y esta angustia de vivir, ser alguien que no conozco y que no conoceré.
sábado, 29 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario