Una vez es nunca.
Lo que sucedió una vez pudo no haber sucedido.
Cada vida es esencialmente insignificante, cada decisión esencialmente irrelevante.
Ya que las decisiones no importan, ellas son leves, ligeras, livianas: no nos atan.
Pero al mismo tiempo, la insignificancia de nuestras decisiones, nuestras vidas, nuestro ser, es insoportable.
La insoportable levedad del ser.
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