miércoles, 11 de marzo de 2009

Solo un nombre

El mar devora la playa siempre de una forma diferente. Yo soy como una ola que arroja sus espumas sobre la arena, que se revienta sobre las rocas, que se entrega en indecible pasión, para luego retoceder irremediablemente.

¿Quiénes somos? ¿Quién soy?

Más preguntas.

Solemos decir que somos yo. La palabra yo es magnífica. Sus dos letras nos dicen completamente. Soy yo, y yo es diferente al resto. Yo delimita de forma quirurgica lo que me pertenece y lo que no. Yo también le pertenece a todos, somos un mar de yos, olas que arrevatadamente se arrojan a la orilla para ser arrastradas al vientre del misterio sin que puedan hacer algo al respecto.

Somos también nuestro nombre. Ángel es el mio. En las cinco letras de mi nombre esta conjugado el misterio de mi existencia, mi existencia irremediable y pequeña, fotografia vieja de la vida de un hombre que vivió hace mucho tiempo. Mi vida es la repetición de una vida ya vivida, de una historia que ya fué escrita y cada una de mis acciones esta dictada de ante mano reglón por renglón, palabra por palabra.

Yo no puedo con mis manos inutiles tomar el corazón de aquellos que amo y apaciguarlo. Yo no puedo dar un abrazo que reconforte a mi amigo cansado. Yo no puedo con mis dedos secar las lágrimas de mi padre. Yo no puedo con mi voz alegrar el día de mi madre ni con mis palabras aconsejar a mi hermano. Yo no puedo hacer nada de eso por que tengo un cuepo. Solo puedo permanecer el la prisión de mi cuerpo, mi alma esta sellada y atada a él por un nombre. Un nombre que me da existencia, final. Un nombre que me dice y que a la vez no dice nada. Ángel, de Ángel no conocen nada, solo su nombre.

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