domingo, 9 de noviembre de 2008

Bitácora


A veces me odio tanto que hundo la cabeza en la almohada y hago un ruidito extraño, como un quejido, para dejar de oír todas las palabras torpes y huecas que te digo. Cosas que te digo, que no oyes y que regresan como cien bofetadas. Fui a una fiesta hace tiempo y no supe que decirle, le dije me gustas cuando me preguntó la hora. Te conté un millón de historias falsas solo para que oyeras mi voz, para que alguien la oyera, para que supieras que estaba ahí, contigo. Tu lo sabias muy bien aun sin escucharme y eso yo lo sabia, pero no podía dejar de hablar, de decirte cosas tontas y me odio tanto por eso. Por que no he aprendido que el silencio es una poesía.

Hoy caminé de prisa, quería llegar pronto al final del camino, dormí mientras caminaba, trate de distraerme y hacer pasar el tiempo rápido. Se me fue el día deseando que el día se fuera. Así son muchos de mis días y a veces me siento culpable. Pobres días míos, pasan ante mí como un espanto. A veces me sorprendo cuando me doy cuenta que puedo predecir el futuro, sobre todo con las cosas que tienen que ver contigo. Se que algo te pasa y que no estarás a las ocho en la heladería donde quedamos vernos. Nunca te preguntaré por que no fuiste y que es lo que te pasa. Sé que algo te pasa, pero nunca se qué. Me acuerdo que fui a una fiesta, una muchacha muy guapa me pidió cigarros y yo le dije que la quería conocer. Hoy mi papá me hablo por teléfono, estaba en casa de mi abuelos y me paso a todos mis primos, no sabia que decirles, quería decirles, los quiero mucho, los extraño, pero solo les pregunté por la escuela. Así suelo ser, hablo con las personas y nunca les pregunto nada de importancia, creo que de todas formas no querrían contarme. Tú no me contaras y yo me quedare con la almohada muy cerca de mi cara sin poder asfixiarme.

Ángel: No todo merece ser publicado, sin embargo publicaras esto solo para que alguien lo lea. Solo entonces, esto que dices existirá.